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ETNOGRAFÍA ASIDONENSE: "AHECHADOR", UN OFICIO DESAPARECIDO
Miguel Roa Guzmán
Carlos es uno de los últimos "ahechadores" vivos en nuestra ciudad, aunque hace ya años que abandonó este oficio. A él, a su padre y a sus hermanos se les confiaba año tras año la tarea de limpiar todo tipo de grano para poder ser vendido o molido.
La mayoría de los que por curiosidad empiecen a leer este artículo desconocerán probablemente esta palabra y este oficio, como a mi me pasó cuando en la primera exposición de fotografías antiguas de Medina Sidonia Imágenes de un pueblo, celebrada en el año 1997, contemplaba una fotografía (Foto Nº 1) donde aparecía José Benítez fotografiado por el pintor-fotógrafo Zarco a finales del siglo XIX, ante una lona pintada con el dibujo de una balaustrada con tres cribas en la mano derecha. Se me acercó Carlos Fernández Barrios y me dijo "se llaman PADRÓN, TERCIADO y MENUDO". En ese momento no sabía de qué me hablaba. Se refería a aquellas cribas, harneros en realidad, para limpiar y clasificar los garbanzos.
Consultada la Real Academia Española de la Lengua sobre el significado de Ahechador nos dice:
Este término se encontraba recogido en el Diccionario de Autoridades de la Real Academia Española (1726) del siguiente modo:
AECHADOR s. m. El que aecha el trigo. Lat. Cribator. Excretor.
AECHAR v. a. Lo mismo que limpiar las semillas.
El uso princial de este verbo es respecto del trigo, quando para llevarle al molino se limpia en la criba o zaranda, separarándole de las píedrezuelas, polvo y paja con que viene mezclado de la era.
La última edición del Diccionario académico (2001) lo recoge del siguiente modo:
ahechador, ra. adj. Que ahecha. U. t. c. s.
ahechar. (Del lat. affectare, arreglar). tr. Limpiar con harnero o cribar el trigo u otras semillas.
Carlos me explicó que su bisabuelo Manuel Fernández, su abuelo Carlos Fernández Ruiz, su padre Manuel Fernández Pérez, su tío, él y sus hermanos Juan y Paco dedicaron sus vidas a esta profesión.
En otra fotografía (Foto Nª 2) aparecen en el Cortijo Campanero en el año 1952, arriba está su cuñado Fernando Reina Villalón y Andrés, un muchacho que trabajaba bien y que unieron a su cuadrilla; abajo Carlos con una niña, hija de un guarda del cercano cortijo de Fuente Rey y a la derecha apoyado en uno de los harneros está su hermano Juan (muerto recientemente); todos ellos llevan fajones que les protegían piernas y cintura del rozamiento de las cribas. Me contó que tenía estas fotos y me dio todo tipo de detalles sobre esta profesión de ahechador que el ejerció desde niño.
Expliquemos primero cual era el proceso de trabajo para la recolección del cereal y de otras semillas (trigo, cebada, garbanzos, maíz, lino, alpiste, panizo, ...).
La tierra se prepara arándola, tras el sembrado, abonado y otras labores (según cultivos) llega el tiempo de la cosecha. Primeramente se segaba a mano con la ayuda de una hoz, un instrumento cortante de hoja curva metálica dentada con un mango de madera, se protegían los dedos meñique, corazón y anular de la mano izquierda de los posibles cortes de la hoz con unos dediles rígidos. Se iban segando manojo a manojo dejando en el suelo las gabillas que luego formarían los haces. Posteriormente los hombres ataban los haces para acarrearlos con ayuda de caballerías (normalmente mulos) hasta la era(1) para completar los suficientes y formar una parva(2) . Se tendían los haces en la era, se desataban y con ayuda de horcas(3) se extendían y se comenzaba la trilla pasando por encima de la mies(4) con el trillo tirado por una yunta(5) de animales (Foto Nº3).
Terminada la trilla se juntaba la parva (Foto Nº 4) y se procedía a aventar(6), lanzando la mies al aire, para que el viento empujase la paja hacia un lado y el grano, por su mayor peso, volviese a caer a la era. Este grano era almacenado y es aquí donde entraban en acción los "ahechadores" para limpiarlo de piedrecillas, paja u otras semillas.
Carlos cribó todo tipo de grano, me enseñó el harnero de 2,5 x 12 para el trigo con el que quitaba el alpiste y la negrilla, también se le limpiaba de una simiente llamada origüela de aspecto aceitoso y un olor desagradable. Vimos la criba del 5,5 para el trigo "capelli".
Aunque según el diccionario criba y harnero es casi lo mismo, diremos que para quien los utilizaba en su trabajo, "criba" se llama cuando el grano cae desde la misma traspasando los agujeros, mientras que el "harnero" deja pasar la suciedad y el grano queda arriba.
Tanto las cribas como los harneros están formados por un aro fijo de madera y una superficie agujereada sujeta a este aro, que era en un principio de pellejo (cuero) de cerdo tratado con cal para quitar el pelo y curtirlo para su uso, los agujeros se le hacían con un sacabocados. Esta base de pellejo fue sustituida por una plancha metálica con agujeros o por una red de malla de alambre.
Me enseñó el "alpistero" del 16 y el de 14, de punto cuadrado (más trabajoso) y la criba del 6 para trigo "pelón". En la cuadrilla que formaba con sus hermanos (también trabajó con su padre) tenían 40 ó 50 harneros de 10 ó 12 tipos diferentes.
Pero donde se le iluminaron los ojos a Carlos en su relato fue al enseñarme los que utilizaban para los garbanzos, trabajo al que más tiempo dedicaron. Primero se daba un tiento con el "padrón" y se sacaban los garbanzos de mayor calibre y calidad, que eran vendidos; la calidad del trabajo se medía en el número de garbanzos que entraban en una onza(7) de peso (mientras menos mejor) que con el harnero padrón eran unos 45 ó 46, porque el trabajo no sólo consistía en limpiarlos sino también en clasificarlos. El segundo tiento se le daba con el harnero "terciado", obteniéndose otros garbanzos más pequeños dando de 57 a 60 garbanzos por onza que también eran vendidos. Otro tiento con el harnero "menudo", de donde se obtenían aquellos que servían como parte del pago a los sirvientes del cortijo, aquí ya no se contaba el número de garbanzos que entraba en la onza. Aún se daba otro tiento a lo sobrante con la criba de 5,5, con la que se extraían los partidos mezclados con tierra u otras semillas a los que se les llamaba "cochineros" y servían de alimento al ganado.
Por estas cuatro vueltas se les pagaban 2,5 pesetas por cada fanega de garbanzos (cada fanega de garbanzos pesaba aproximadamente 60 Kg; si era de maíz 57 Kg; la de trigo 45 Kg; la de cebada 35 Kg; ), con lo que sólo se ganaba lo justo para ir comiendo.
A Carlos le gustaba trabajar en el Cortijo de Poca Sangre, propiedad del Marqués de Negrón, porque el administrador era un labrador de los mejores, que entendía de campo y que por tanto reconocía el trabajo bien hecho. Este administrador solía decirle al padre de Carlos al ver sus harneros "yo tengo comparado los harneros de usted con el hocino de un yerbero" , ya que una buena herramienta facilitaba el trabajo. Carlos empezó usando los harneros de pellejo de su padre, pero por los lados los agujeros estaban muy claros y se salían los garbanzos (se ataban a la madera con tiras de cuero que se aprecian en la Foto Nº 1. En los días de niebla o lluvia había que hacer una hoguera para que los harneros estuviesen secos y no hiciesen bolsas al estar lacios, con lo que se acumulaban los garbanzos en medio, no corría el grano y no se podía trabajar.
Carlos y sus hermanos sólo compraron ya los de chapa o alambre, aunque eran mucho mejor los de alambre, ya que el garbanzo basculaba hacia un lado u otro y no se quedaba en medio como en los de chapa. Empezó en el oficio de "ahechador" de chico en el Salón de las Columnas (actual biblioteca) que era un almacén de grano, como lo fue también el edificio que existió donde ahora se encuentra el Juzgado de Paz al inicio de la calle Salud, que posteriormente pasó a ser garaje, colegio, ambulatorio, ... Tenía unos ojos de buey (ventanas que el actual edificio ha perdido) para la ventilación del grano. Gran número de casas asidonenses tuvieron de igual manera su espacio para granero, cuadras y almacenes de aperos (casa de campo), junto a la que se distribuía la vivienda propiamente dicha, más o menos separada de la anterior en función de la categoría social de los propietarios; podemos citar entre ellas además de la Cabeza del Toro, la Casa Pareja en C/ Bohorquez, la casa donde ahora se ubican las nuevas oficinas del Ayuntamiento, varias casas de la calle San Juan, etc.
Carlos empezaría a aprender el oficio a partir de los 5 años acompañando a su padre, que le hizo un pequeño harnero adecuado a su tamaño con el que jugaba. Después fue a la Cilla en la C/ San Francisco, a unos almacenes del Marqués de Negrón (actual Peña de Perico Herrera) donde había una rampa para que pudiesen subir las bestias de carga.
El padre de Carlos, Manuel Fernández, que apenas sabía leer, veía un almacén de grano y calculaba a ojo el número de fanegas que contenía y nunca se equivocó en más de diez. Dejó el trabajo hacia 1960, cuatro o cinco años antes de morir por el asma que le produjo el polvillo del grano en el trabajo.
Carlos no fue nunca a la escuela, mientras cuidaba cochinos se ponía al lado de una palma a leer "Guía del artesano", libro con letras manuscritas de diferentes estilos que reproducían cartas y otros documentos necesarios en aquella época (Fig. 1). Otro libro utilizado por Carlos y muy popular en la época era "El libro de cuentas ajustadas" (Fig. 2) (equivalente a las calculadoras de nuestra época y donde había tablas con precios y cantidades).
Era el trabajo del "ahechador" muy duro, sin horarios, ya que se iba por cuenta y nunca por jornal. Entre dos hombres se limpiaban unas 25 fanegas al día (unos 1.500 Kg.); llevaban muy mala vida. En Medina Sidonia había pocas cuadrillas de "AHECHADORES", sabemos además de una familia que también estaba en esto desde sus abuelos, pero trabajaban juntos con el padre de Carlos compartiendo material y herramientas.
Carlos ha sido un buen trabajador, quizás el mejor de su tiempo en esta zona, le gustaba el trabajo y disfrutaba haciéndolo bien. También venían cuadrillas de Jerez (acompañados siempre de sus botas de vino).
El harnero se cargaba de un golpe y a la hora de envasar el grano también se llenaba de un golpe la media fanega (cajón de madera con una forma peculiar y de esta capacidad), que pesaba unos 30 Kg. para, a continuación, llenar los costales(8) que estaban marcados cada uno con el correspondiente hierro del cortijo.
En los años 60 del siglo XX aparecieron primero las aventadoras, luego las segadoras, las máquinas para limpiar el grano y, rápidamente, las cosechadoras, que dejaron obsoletos por innecesarios todos estos oficios.
Hacia 1963 Carlos abandonó la cuadrilla para trabajar de ayudante de casero del Cortijo de Poca Sangre y llevar los almacenes. Aunque el sueldo era de 125 ptas./día el administrador le ayudó en todo lo que pudo (huevos, garbanzos, ...e incluso algún extra en el sueldo). A veces traía costales de trigo y de garbanzos a las monjas de los conventos de Medina Sidonia. La báscula instalada por el Marqués en el cortijo de Poca Sangre estaba a beneficio del Convento de San Cristóbal; se cobraba por el peso de cada cabeza de ganado que no era del cortijo: por vacuno 10 ptas. y 5 por cada cabeza de oveja o de cerdo. Carlos era el encargado en esa época de llevar el sobre con el dinero recaudado por este motivo cada mes.
En 1969, ya con tres hijos, se fue a trabajar a la obra de la autopista, aunque no dejó del todo el oficio de "ahechador", pues cuando le avisaba algún ranchero para arreglarle alguna cantidad de grano, allí acudía.
Con él y con su generación (ahora tiene 73 años) ha desaparecido esta profesión, sus hijos ya no la conocieron. Una larga tradición se pierde con este hombre, aquí queda el recuerdo y el agradecimiento a todos los hombres y mujeres que con su duro trabajo en el campo hicieron posible la vida de esta ciudad, aun en condiciones muy penosas, pero que fueron labrando con su esfuerzo un futuro mejor.
Notas:
(1) era: Espacio descubierto, llano y a veces empedrado, donde se trillan las mieses.
(2) parva: Mies tendida en la tierra para trillarla.
(3) horca: Palo rematado con varias puntas empleado en agricultura
(5) yunta: Par de bueyes, mulos, etc. que trabajaban juntos en las labores del campo.
(6) aventar: Echar al viento la mies trillada para separar la paja del grano.
(7) onza: Unidad de peso actualmente poco usada. Duodécima parte de la libra. (De 28,7 a unos 30 gr.)
(8) costal: Saco grande, alargado y estrecho realizado en tela fuerte en que se transporta grano.
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