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LA ERMITA DEL CRISTO DE LA SANGRE
Enrique de Rojas Laviña*
La ermita de finales del S XV y su entorno, en su tiempo albergaron el antiguo convento de las monjas Agustinas Descalzas.
Según la documentación consultada, el convento de San Cristóbal llegó a tener 80 monjas en el siglo XVI además del personal del servicio; actualmente sólo se conserva lo que es la ermita propiamente dicha con los restos de las distintas intervenciones de que ha sido objeto a lo largo de los tiempos, unas ruinas en el lado norte (junto a la muralla) con alguna característica similar a la ermita, y unas edificaciones más bien contemporáneas en el lado suroeste.
El presente trabajo es una síntesis del estudio-proyecto realizado con motivo de un master de Patrimonio Arquitectónico, y deseamos que sirva como llamada de atención, pues actualmente este paisaje está asilvestrado y sin ningún cuidado, siendo además objeto de acciones vandálicas que acrecientan el deterioro del inmueble principal y de todo el espacio que lo rodea.
Realizada una consulta a la Delegación de Cultura de Cádiz sobre la situación de la ermita, resulta que no tiene ningún tipo de catalogación. Sin embargo, una coincidencia del destino me permitió saber que en estos momentos, la Arquitecto Mª Rosa Navarro Ariza sí la tiene incluida en el Catálogo del Conjunto Histórico que está componiendo por encargo de la propia Delegación de Cultura.
DOCUMENTACIÓN HISTÓRICA
Aún estando Medina dominada por los árabes, tuvo la "suerte" de poder seguir con su culto católico, pasando por temporadas de más o menos permisividad, pero siempre con los derechos recortados en beneficio de la religión dominante. Tanto es así, que en tiempos de plena dominación, ya existía la ermita de los Santos Mártires en las afueras de la ciudad, que fue fundada en época visigoda por el obispo Pimenio (siglo VII), y de la que se dice es la más antigua de Andalucía.
Cuenta Gómez Moreno (citado en el libro de Marcos Ramos Romero, p. 121), que "al ser los musulmanes mayoría, los cristianos hubieron de asentarse fuera de los muros o en los barrios externos de las ciudades, lo que explicaría el mozarabismo de muchos restos de iglesia; en Medina, concretamente, los Santos y tal vez Santa Ana y El Cristo de la Sangre".
Tras varios cambios en el dominio de la ciudad, fue conquistada definitivamente a los musulmanes en 1264 por tropas mandadas por el Rey Alfonso X, aunque la tranquilidad para estas tierras no llegaría hasta la conquista de Algeciras en 1344. Distintos factores hacen que no sea hasta bien avanzado el siglo XV, tras la reconquista de Granada, cuando se empieza a tener constancia de edificaciones religiosas, que en los dos siglos siguientes serán abundantes gracias a la bonanza económica producida por del descubrimiento de América y el patronazgo de particulares y la casa ducal.
El primer convento del que tenemos noticias en la provincia de Cádiz fue el de las monjas descalzas de San Agustín, bajo la advocación de San Cristóbal. En la ermita de San Cristóbal vivían unas mujeres beatas agustinas que trataban de servir a Dios. Se cuenta con datos de este beaterio desde antes de 1490, cuando era ermita y hospital, aunque se ignora su origen exacto. "En 1512 Bartolomé Fernández Casalla, marido de Juana Ruiz, en el testamento otorgado ese año ante el notario Fernando García, dejó por legado cien maravedis al Sr. San Cristóbal, para que sus hermanas, en el día de su entierro, honrasen su cuerpo con candelas encendidas, hasta que fuese sepultado, y que si no lo cumpliesen se les diese sólo un real para la obra de su casa" (Martínez Delgado).
De la práctica de esta orden queda el recuerdo en las calles adyacentes Monjas Viejas, llamada así desde 1687 para diferenciarlas de las otras monjas agustinas que fundaron el convento de Jesús, María y José; y Desconsuelo, llamada así desde su formación en recuerdo de las "beatas lloronas".
"Quisieron perfeccionar su vida, profesando en religión. A este efecto, y para convertir en casa monástica su beaterio, facilitó las bulas de Roma y venció todos los obstáculos Antón de Cote Álvarez, natural de esta ciudad y canónigo de la Catedral de Cádiz. Allanados los estorbos y avisados los superiores de esta provincia de los ermitaños de San Agustín, a cuya orden y prelados querían sujetarse, vino a esta ciudad el V. P. Fr. Juan Gallegos, del citado orden, visitador de Andalucía y comisario en estos reinos, el que con autoridad del P. General la incorporó a la orden y erigió en convento religioso el beaterio, en 29 de Abril de 1526." (Martínez Delgado).
Según la descripción del Vicario Martínez, el convento se situó en la misma ermita de San Cristóbal que le dio la advocación. Tuvo fama de ser rico y saludable y se hizo famoso, con una media de 80 profesas venidas de todas partes, sin contar con las criadas. (En aquella época era costumbre que las hijas de las familias pudientes que ingresaban en un convento, lo hicieran con su propia criada personal).
En 1619, siendo Dña. Catalina Dionisia priora del convento, pide "...que la ciudad libre 2.000 ducados para la obra que en este convento se ha de hacer en reparar los dormitorios que se están cayendo y sin habitar", y continúa haciendo una recomendación para la obtención de los fondos: "...que se pague con las sobras de las rentas de las vegas y las vellotas..." (Actas Capitulares, tomo nº 93, años 1611-1621, Archivo Municipal de Medina Sidonia).
Pero a pesar de las reparaciones, el convento se abandona el 29 de mayo de 1646 para trasladarse al centro de la ciudad donde está actualmente, ya que según apunta el autor antes citado: "... se trasladaron al que hoy tienen en lo más llano y principal de la ciudad. Sería la causa la situación peligrosa del primero, que colocado a un extremo de la ciudad, iba quedando solo porque el vecindario se extendía hacia el centro y lo más bajo del pueblo. Se allegaba a esta otra circunstancia de mayor consideración, cual era la blandura e inconsistencia del terreno, que declinaba visiblemente, con cuyo motivo los edificios cercanos se desplomaban, flanqueándole los cimientos. Este defecto es muy antiguo en aquella parte que media entre la ciudad y el barrio de San Sebastián. Ha sido razón poderosa para la despoblación del dicho sitio y discontinuación de estas dos partes de la ciudad. Algunos vestigios descubiertos antiguamente prueban que allí se edificó alguna vez y que se abandonaron las obras. En el presente siglo, (el autor nació en 1735 y murió en 1804) después del año 60, se labraron algunas cantarerías, y a los tres o cuatro años se inutilizaron las casas y los hornos: suceso que quita la esperanza y los deseos de repoblar aquel terreno que ya es un eriazo (erial), especialmente después del año 63, desde el que, y con proporción a los años mas o menos lluviosos, ha bajado tanto, que sólo en descampado tiene de circunferencia más de 400 varas (una vara equivale a 835,9 mm.), profundizando por partes hasta 7; de manera que los carriles que franqueaban el paso a los carruajes, con dificultad sirve ahora para las bestias de carga. Se atribuye este efecto al descenso de un arroyo profundo, por el que, corriendo con ímpetu las vertientes de la ciudad en el invierno y socavando sus cimientos, se resienten los edificios por dónde el terreno es más flojo y deleznable. A no ser que provenga (según juzgo) de algún hueco subterráneo de igual o poco mayor espacio, que conmovido extraordinariamente por el espantoso y casi general terremoto del año de 55, cediendo algo en lo profundo y desmembrando algunos peñascos por la mucha humedad, haga descender la pesada mole que le cubre. Sea cual fuere el dictamen de los físicos acerca de este fenómeno, el descenso de la superficie de aquel plano es cierto, como también que hizo solares inhabitables varias casas de ambos extremos, esto es, de la ciudad y del barrio de San Sebastián. Por esta misma o semejante causa amenazaría ruina el convento antiguo de San Cristóbal, bastando el peligro y la soledad del vecindario para que las monjas solicitasen eficazmente mayor seguridad en su habitación y más numerosa vecindad para su resguardo. Esta parece la causa más verosímil de esta traslación, de la que nada cierto consta, expresándolo sólo en el libro primitivo de profesiones (que se mudó el convento por causas graves)". El traslado se realizó el 29 de mayo de 1646, justo a los 120 años de su fundación, y la obra del nuevo convento en la calle San Juan concluyó en 1651.
El 30 de mayo de 1683 se instala en la ermita de San Cristóbal la cofradía de la Santa Escuela de Cristo (especie de Oratorio y Catequesis) trayendo en solemne procesión la imagen del Cristo de la Sangre, de donde le viene el nombre actual. Fue fundada en 1677 por el P. Fr. Francisco de Cañas, predicador apostólico del Sagrado Orden de Franciscos Descalzos. Siguiendo al Vicario Martínez, "en el transcurso de los seis años que mediaron, tomó a censo la escuela el convento viejo e iglesia de San Cristóbal, que había sido convento de monjas, que por ser sitio solitario convenía a sus ejercicios. Tomó posesión de él, redimió el tributo, renovó la iglesia y se colocó en ella en el día referido y hoy continúa en él sus ejercicios con edificación del pueblo y mucho fruto espiritual de sus vecinos". Estuvieron instalados aquí hasta el primer tercio del siglo XIX.
En 1885 se preparó para lazareto (hospital de leprosos), aunque no llegó a utilizarse; fue establo de ganado vacuno hasta 1927, año en que tras las desamortizaciones de Mendizábal (1841), Madoz (1855) y O´donnell (1859), fue vendido por el Obispado de Cádiz a D. Antonio María de Puelles, concejal en 1922 y alcalde en 1924 y 1934; quien la transformó en vivienda en 1928 (en una de las paredes encontré una inscripción típica de los maestros de obra con fecha 18 de junio de ese mismo año).
Según fuentes consultadas, la vivienda estuvo ocupada hasta hace 6 ó 7 años por D. Fernando Puelles, su último morador, sobrino del anterior que había arrendado la casa a la viuda; y que hizo algunas modificaciones en el edificio.
DOCUMENTACIÓN ARQUEOLÓGICA
Será imprescindible y de gran importancia la intervención arqueológica. Por un lado, la que se realice en la ermita propiamente dicha, de manera que nos abra luces sobre sus características particulares, y sobre las intervenciones realizadas; y por otro, la del entorno, ya que la documentación consultada nos habla de un hospital hasta 1490, y posteriormente de un convento con 80 monjas entre 1526 y 1646, del que en la actualidad sólo queda la ermita. Obviamente debió haber otras edificaciones que pudieran albergar esta población. Además, se habla de construcciones humildes hechas con techo de paja o brezo, y que fueron abandonadas en la época de los corrimientos de tierras.
Hay restos de muro de piedra de unos 60 cms. de ancho en el lado norte de la ermita y a unos 20 m. de distancia, que probablemente pertenezcan a las antiguas edificaciones del convento.
Siguiendo en esa dirección hay un comedero de vacas realizado con restos de todo lo que se ha encontrado por los alrededores, destacando unas piedras de arenisca típica de la zona, y de medidas aproximadas 80x40x30 cm. Piedras como estas las hay en el arranque de los arcos formeros de la ermita, y resultan ser muy similares a las aparecidas recientemente en la excavación de una obra en el centro de la ciudad, donde se ha encontrado una calle romana (cardo máximo) de muy bella factura y bien conservada; dichas piedras estaban formando el arranque de la fachada de una edificación probablemente importante.
Más abajo, siguiendo el borde de la muralla hacia el norte, entre los restos de edificaciones, hay una piedra de las mismas características que las anteriores, pero con una forma redondeada que hace suponer haya sido una dovela de algún arco.
Según es costumbre, se suelen utilizar los restos más valiosos de otras construcciones pasadas para realizar las propias, tal y como se ve en innumerables edificaciones asidonenses. Es probable que así haya ocurrido en el convento, porque en ésta época las murallas de las ciudades medievales pierden su utilidad con la conquista de Granada, y resultan un estorbo para su crecimiento, producto del esplendor que hay con el comercio con las Américas, siendo además una perfecta cantera para las nuevas construcciones.
Por tanto, no debe descartarse la utilización de restos de época romana para la construcción del convento, o incluso la aparición de restos de alguna edificación de esta época o posteriores; téngase en cuenta que bajando hacia el sur siguiendo la línea de la muralla, en la zona denominada "el huerto de Moreno", junto al arco de la Pastora, se cree pudiera haber existido el palacio de algún gobernador o reyezuelo de taifas.
En los lados Este y Sur, que es de donde soplan los fuertes vientos de Levante, el terreno entre la edificación y lo que queda de la muralla, está un metro por encima del nivel del suelo interior, quedando a la altura del alféizar de las ventanas. Como quiera que lo oportuno es recuperar el nivel original para evitar humedad en el interior de la ermita, y dejar al descubierto parte de la muralla, el rebaje deberá realizarse con metodología arqueológica, porque en ese lado hay dos contrafuertes cuya fecha de ejecución desconozco, pero que se ve pertenecen a una época posterior para afianzamiento de la estructura del edificio, desconociendo si son arreglos realizados antes de su abandono en 1646 o de épocas posteriores; aunque sí se ve que son anteriores a la reforma de 1928.
Por último, como restos importantes existentes en la finca, hay que resaltar los pertenecientes a la muralla de época árabe, cuyo trazado transcurre paralelo a la carretera de circunvalación y a unos 8 m. de distancia de la ermita, prolongándose unos 40 ó 50 m., para doblar hacia el oeste, donde acaba su rastro en la calle Puerta de Jerez, nombre que le viene de la puerta que allí existió con ese nombre, y cuyos restos desaparecieron definitivamente por los corrimientos de tierras existentes en la zona en el último tercio del siglo XVII, habiendo sido reparada poco antes, en 1646.
En el interior del edificio se deberán tomar muestras de los morteros empleados, y estudiar la estratigrafía de los paramentos. Además se deberán realizar unas catas en el suelo de manera que nos aporten datos sobre la cimentación existente y poder estudiar si hubo antes alguna otra edificación en ese lugar.
ANÁLISIS DEL EDIFICIO
ESTADO ACTUAL
El lugar es refugio de parejas y pandillas con tendencia al vandalismo; entre mi primera y segunda visita, había desaparecido parte del forjado de la entreplanta, y se había derribado una reja con parte del muro que la contenía, y eso sólo en dos semanas.
El edificio está situado en lo alto del cerro del Cristo de la Sangre, es de estilo gótico-mudéjar, de planta rectangular de 19,60 x 8,50 m. y una nave con tres cuerpos, dos de ellos con bóveda de crucería, y el tercero con bóveda de medio cañón. A principios de este siglo fue rehabilitada para vivienda, por lo que en la actualidad se mezclan los vestigios de las distintas épocas, tiene dos edificaciones adosadas en los lados este y oeste, y en la puerta principal hay un patio con una escalera que sube a la entreplanta. Por el lado suroeste hay otra edificación de tiempos recientes que parece ser una cochera o similar.
La construcción esta hecha a base de muros de piedra trabada con mortero pobre de barro y cal, destacando en algunos puntos concretos sillares de piedra arenisca, empleada también en las dovelas de los arcos de la bóveda, los huecos al exterior son arcos apuntados formados con ladrillo tosco colocado a tizón.
El estado general es de ruina total en lo referente a las construcciones contemporáneas, el resto del edificio se conserva estructuralmente bien, pero con algunos daños que detallaré mas adelante. No quedan restos de instalaciones ni de cerramientos, ni mucho menos de la carpintería (a excepción del marco de la puerta principal), y andar por el edificio resulta un poco complicado por la cantidad de escombros que hay por el suelo.
Tiene contrafuertes en los lados este, norte y oeste; y como dato a tener en cuenta, la diferencia de nivel entre el suelo actual del interior y el de los lados sur y este, (que es de donde vienen los fuertes vientos de levante) es de un metro.
TIPOLOGÍA CONSTRUCTIVA
Tal como dije antes, la ermita es de un estilo gótico mudéjar, contemporánea a la Iglesia Mayor Santa María la Coronada, que según se cree fue construida sobre restos de una mezquita árabe al final del siglo XV. En ella intervienen los maestros mayores del obispado de Cádiz, Ginés Martínez Aranda y Francisco Rodríguez Cumplido el Joven; sin embargo, no se tiene constancia de que interviniera Francisco Rodríguez el Viejo, maestro de obras del tercer Duque de Medina Sidonia. Hago esta reseña porque ante la evidencia de rasgos comunes en ambas edificaciones, existe la posibilidad de que haya también coincidencia en los responsables de la construcción, aunque en este sentido no se tiene ninguna constancia.
En lo que es la ermita propiamente dicha, destacan algunas de las intervenciones realizadas, ya que han estado dirigidas a dar otro uso al edificio, pero lo que no ha perdido es su condición de templo. La construcción es sencilla dentro del aspecto sobrio que produce su visión; es una planta rectangular dividida en tres cuerpos, dos con bóveda de crucería, y el otro, que es un poco más pequeño, con bóveda de medio cañón, y cuyas medidas son, 6,15 x 6,00 y 5,85 x 6,00 y 3,60 x 6,00 m. respectivamente.
Los arcos descansan sobre unos muros que llegan a tener hasta 1,25 m. de espesor, y que contienen a su vez a los arcos formeros de medio punto que están realizados con ladrillo, y sillares de piedra arenisca en el arranque.
El acceso se realiza por la portada del lado oeste, que fue realizada en el siglo XVII y es de estilo barroco; es un modelo que se repite en numerosas edificaciones de la ciudad, tanto civiles como religiosas.
Las bóvedas están realizadas con doble tablero de ladrillo tosco, el primero colocado a tizón, y el segundo a panderete rematado con lechada de cal; con formación de pendiente hacia las esquinas por donde evacua las aguas a través de las gárgolas. No existe ningún resto que indique la presencia de otra cubierta por encima de la bóveda como se ha hecho en mucha catedrales góticas, añadida cuando aparecen los problemas producidos por la filtración del agua. Este tipo de cubierta con la bóveda "pelada" la tenemos tanto en la catedral de Sevilla como en la Iglesia de Santa María la Coronada de Medina Sidonia (recuérdese la simultaneidad de la ejecución con esta Iglesia). Todos los demás templos de la localidad, tanto de construcción anterior como posterior, tienen cubierta de madera y teja.
MATERIALES
Los muros están realizados con piedra trabada con mortero de barro y cal. Los arcos de la bóveda de crucería están hechos con piedra arenisca (muy típica de la zona por su abundancia en las proximidades, si bien no es un material de muy buena calidad), y los arcos formeros con ladrillo tosco recubierto de cal. El arranque de estos arcos es con un sillar de la misma piedra anterior de una pieza de 80 x 60 x 40 cm.
Las bóvedas están hechas con tablero de ladrillo del mismo tipo que el anterior, utilizado también para la formación de los huecos de las ventanas con arco apuntado. Según es típico en la zona, las cubiertas planas se impermeabilizan con una lechada de cal y aceite ya usado para freír y que no esté quemado.
Los paramentos están recubiertos con mortero de cal (en esa época era corriente traerla de las canteras del Berrueco, entre Medina Sidonia y Chiclana), utilizada también para pintar.
Otros materiales que obviamente componen el edificio son: la madera, de la que sólo queda el marco del portón de entrada (de época barroca) aunque la carpintería sea de la rehabilitación de 1928. El vidrio, del que no tengo datos, pero que deberá ser un tema de interesante estudio porque la ermita tiene entrada de luz por los cuatros lados. El suelo es en la actualidad de baldosas de cemento de la reforma de 1928; tal vez las prospecciones arqueológicas revelen algún dato nuevo relativo a otros pavimentos.
Como se ve la variedad de los materiales es escasa, también su riqueza; y esta es la generalidad en las edificaciones religiosas de la zona, que proliferaron mucho, pero con la sencillez que permitía los recursos del momento y del entorno.
ESTRUCTURA
En realidad ya se ha dicho todo: muros de carga, arcos formeros de medio punto y arcos apuntados en la bóveda de crucería y en huecos del exterior; además de una bóveda de medio punto en el lado sur. El aspecto general, teniendo en cuenta la antigüedad, los terremotos acaecidos, y los sucesivos abandonos y expoliaciones sufridas, es bastante bueno. Llama la atención el desplome existente en la esquina noreste, que tiene además una torsión, y que sin embargo en el interior sólo se traduce en una fisura en la bóveda (está tapada con mortero de cemento) y en una grieta que baja por el muro; y también las grietas del muro que cierra el patio por el lado norte, donde se aprecian unos tirantes producto de una intervención anterior, así como la parte de muro caída por la agresión de las raíces de una higuera. Tanto estas fisuras como el resto, no parecen amenazar la estabilidad del edificio.
Todo el vandalismo de los últimos tiempos ha afectado a las construcciones contemporá-neas realizadas con ladrillo cerámico y mortero de cemento y arena, sin embargo la estructura general es más resistente a estos ataques por su solidez.
PROPUESTA DE INTERVENCIÓN
Por encima de todo, creo que debe recuperarse el volumen interior y el aspecto exterior: una ermita debe seguir siendo una ermita, y no un chalet.
Es sabido la importancia que tiene realizar una profunda reflexión antes de acometer cualquier proyecto de restauración. El primer paso, con más o menos acierto, ya se ha dado documentando todo lo relativo al monumento. Ahora empiezan las preguntas: ¿Hacemos como Viollet le Duc derribando todas las edificaciones adosadas a la ermita para que recupere su estado original y unidad de estilo?; ¿defendemos la memoria histórica del edificio como posiblemente plantearía Camilo Boito?; o aplicamos la eutanasia según la teoría de Ruskin?
Hoy día se mira el monumento como un documento histórico, y como algo que está a nuestro servicio. Los muchos avatares por los que ha pasado esta ermita en sus 500 años de historia, no lo han hecho sin dejar su huella en cada momento; y la realidad no se puede negar practicando la cirugía estética. El paso del tiempo nos deja huellas a todos, y una ermita que ha resistido los terremotos de 1504 y 1755, la revuelta de 1873, la guerra civil de 1936, y los expolios de éste y otros siglos; que ha sido, según me consta: beaterio, convento, ermita, oratorio, establo y vivienda; es uno de los mejores documentos que pueda tener esta ciudad sobre una parte importante de su pasado.
La Ermita de San Cristóbal debe seguir testimoniando el correr de la historia, debe seguir siendo un testigo del acontecer diario desde lo alto del cerro del Cristo de la Sangre. Para eso es imprescindible que recupere su autenticidad, se le debe quitar una parte importante del disfraz de vivienda que ahora tiene, debe volver a ser formalmente una ermita, aunque debe tenerse en cuenta lo que dijo Viollet le Duc: El mejor modo de conservar un edificio es encontrarle un destino; eso sí, sin perder en la adaptación que se haga los rasgos que lo originaron.
Para recuperar el edificio como ermita, deberán realizarse algunas demoliciones, todas ellas producto de la obra realizada en 1928, y serán: el forjado de vigas de acero de dentro de la ermita, la escalera del lado este, donde parece ser estaba la cocina; y la escalera del patio de entrada, ya que sólo contribuyen a degradar arquitectónicamente el edificio, sin aportar ninguna utilidad. El resto de edificaciones adosadas se respetará tal y como recomienda el artículo 39.3 de la Ley del Patrimonio de 1985.
Aparte de esta recomendación legal, la ermita tiene todavía una vista desde la entrada por la carretera de Jerez que le da un aspecto donde estas edificaciones adosadas no le hacen perder su entidad; a lo que contribuye el que en los últimos años haya perdido un almenado que se le añadió en 1928 para darle un aspecto palaciego, este almenado cortaría posiblemente la visión de las bóvedas, tan característica de las iglesias góticas de Andalucía.
En todo el proceso de restauración se deben emplear los mismos materiales que tiene la edificación, no en vano han demostrado su durabilidad, pudiendo utilizarse como "almacén de suministros" el entorno del edificio, sin que eso vaya en detrimento del empleo de otros materiales traídos de otras partes.
BIBLIOGRAFÍA:
- APARICIO LÓPEZ, Teófilo, Medina Sidonia y sus fundaciones agustinas, Zamora, Ediciones Monte Casino, 1994.
- MARTÍNEZ Y DELGADO, Francisco, Historia de la ciudad de Medina Sidonia, edición facsimilar de la obra de 1875, Cádiz, Diputación Provincial de Cádiz, 1991.
- MONTAÑÉS CABALLERO, Salvador, El callejero de Medina Sidonia. Aproximación al origen y formación de su nomenclatura, Medina Sidonia, Excmo. Ayuntamiento de Medina Sidonia, 1992.
- RAMOS ROMERO, Marcos, Medina Sidonia, Arte, Historia y Urbanismo, Cádiz, Excma. Diputación Provincial de Cádiz, 1981.
- RODRÍGUEZ LIÁÑEZ, Laureano y ANASAGASTI VALDERRAMA, Ana María, Medina Sidonia en la Baja Edad Media. Historia, Instituciones y Documentos, Medina Sidonia, Excmo. Ayuntamiento de Medina Sidonia, 1994.
- ROMERO DE TORRES, Enrique, Catálogo monumental de la provincia de Cádiz, Madrid, M. de Instrucción Pública y Bellas Artes, 1934.
- VEGA, E. y GARCÍA ROMERO, F., Origen e historia del antiguo Obispado Asidonense.
FUENTES DOCUMENTALES:
- Archivo Municipal de Medina Sidonia.
- Archivo Histórico Provincial de Cádiz.
- Archivo Diocesano de Cádiz.
- Archivo del Museo Arqueológico Provincial de Cádiz.
OTRAS FUENTES:
- D. Fernando Toscano de Puelles. Sobrino de Antonio Mª de Puelles.
- D. Salvador Montañés. Arqueólogo.
Notas:
* Arquitecto técnico. Desarrolla principalmente su actividad profesional en Medina Sidonia desde hace varios años.
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